La visita reciente del Coordinador Nacional de los CDR, Gerardo Hernández Nordelo y el cantautor cubano Raúl Torres, lider del proyecto A Cuba hay que quererla, acompañados por glorias del deporte cubano como Dayron Robles y Enrique Figuerola, fue un buen pretexto para que Daniela tirara su pasillo, con toda la alegría y la espontaneidad de esta pequeña que crece al abrigo del Hogar de niños sin amparo familiar de San José entre Aguila y Amistad, en el Consejo Popular Colón del capitalino municipio de Centro Habana.
Apenas en mayo abrió sus puertas esta institución, una de las doce que, en toda la provincia, velan por el desarrollo y la felicidad de niños y niñas. Con su joven directora, Diamelis Rodriguez Guilarte, conversamos.
¿Cómo ha sido la experiencia de estos primeros meses de trabajo y la inserción en la comunidad?
“Desde el primer momento la acogida de nuestros niños y niñas en este centro ha sido muy buena, con todo el amor y el cariño que necesitan, no solo por parte de los trabajadores nuestros, sino también por parte de la Dirección municipal de Educación, del Gobierno y el Partido Municipal, el proyecto sociocultural Quisicuaba de acá del municipio de Centro Habana, que ofrece un apoyo diario, sistemático, hacia estos niños que están afectados psicológicamente y necesitan todo este amor y este cariño que les damos”.
¿Cuántos niños viven aquí?
“La matricula es de ocho, pero hoy tenemos aquí siete, porque uno se encuentra con la familia sustituta hasta que reinicien las clases en las escuelas…”
¿Familia sustituta…?
“Sí, es que en este caso los niños y niñas de nuestro hogar no llevan familia adoptiva, pero sí tienen esta familia sustituta, que pasan un tiempo tiempo determinado con ellos, para conocerlos y nosotros, como institución, llevamos un control y una verificación de esas familias para ver su funcionamiento a partir de tener un niño en su casa como miembro de su familia. Esta familia sustituta quizás, a largo plazo, sea la familia que lo acoja a tiempo completo”.
¿Por qué no llevan familia adoptiva?
“No llevan familia adoptiva porque las causales por las que se encuentran en este centro es abandono y madre psiquiátrica, es decir que su familia existe”.
¿El barrio cómo los ha recibido?
“A pesar de encontrarse el Hogar en un Consejo Popular complicado del municipio, la población, los vecinos, los CDR, los ciudadanos, han acogido muy bien la institución y nos apoyan a diario, nos visitan, se interesan por los niños, por ver lo que les hace falta…”
¿Y la escuela? ¿Cómo se insertan en el sistema de educación? ¿Quién asume las responsabilidades que habitualmente corresponden a la familia?
“De los ocho niños que tengo acá, tres van a la Enseñanza Especial, en este caso la escuela Adelaida Piñeiro, cuatro van a la primaria Juan Vitalio Acuña y tenemos una niña en la secundaria. El Consejo de Dirección del hogar y las cuidadoras nanas de nuestros niños mantienen la relación con las escuelas, son las personas indicadas para asistir cuando se reanude el curso presencial a todos los espacios de oientación, para el trabajo con ellos en la casa, esa tarea, ese seminario, que nos corresponde a nosotros como casa y familia de estos niños estar apoyando, pero también con ayuda de los profesores de la escuela”.
¿También se han ocupado de la teleclases en este período?
“En estos momentos, que nuestros niños se encuentran dentro del hogar visualizando las teleclases, aquí lo hacemos tal y como está orientado por el Ministerio de Educación: las ven con el apoyo de las cuidadoras nanas y también del personal docente de cada grado en las escuelas de las que son matrícula, que vienen acá, les dan explicaciones y les traen alguna hoja de trabajo para su preparación”.
¿Cómo se cubren las necesidades materiales de estos pequeños?
Ellos reciben mensualmente un aseo personal que incluye, por ejemplo, dos rollos de papel sanitario, un jabón de baño, uno de lavar, pasta dental… También se les da atención a partir de convenios de trabajo que se hacen con instituciones estatales, con la Federación, con los CDR, el propio Ministerio de Educación, que tienen muy bien coordinado cubrir estas necesidades en nuestros niños, amén de todas las donaciones que se hacen a los hogares como este. Hay una compra anual de ropa, zapatos, en fin, las necesidades que ellos tengan, la cual se hace con un presupuesto estatal que se destina para eso y, además, ellos reciben un estipendio mensual para gastos diarios que es de 400 pesos hasta los trece años y 720 a partir de esa edad, este es para los gastos cotidianos, habituales, de cualquier niño”.
Así mismo transcurre la vida en el resto de las instituciones similares a esta en La Habana y en Cuba, con garantías de escolarización, atención médica, alimentación, aseo, ropa, zapatos y amucho amor. La solidaridad los abraza y los mima, pero la voluntad estatal les devuelve la seguridad y el abrigo constante y afectuoso de un hogar.
El proyecto A Cuba hay que quererla llamó a este gesto de acompañamiento y ayuda que concibieron simultáneamente en las doce casas de La Habana, Operación Unicornio, quizás porque iba más de reconstruir sueños que de llevar regalos materiales aunque, claro, de esos también hubo, pero la verdadera síntesis de esta iniciativa la expresó Gerardo, el héroe, el padre, el cederista, que anduvo como un chiquillo más por estos hogares:
“Si bien es cierto que han participado varias entidades, lo que explica la acción es que todas las personas que tomaron parte fueron formadas por la Revolución en los valores de solidaridad y altruismo, entonces el amor que hoy se ha llevado a los niños es obra de la Revolución”.